Cazas y bombarderos - La curiosa flota de aviones de guerra de Machado, el empresario acusado de narcotráfico

«Fred» Machado

General09/10/2025FabioFabio
Espert-Machado
Viajes. El Bombardier Challenger 600 y el Beechcraft King Air son dos de los aviones de Machado que más utilizó Espert

El avión más conocido de Federico “Fred” Machado es un Bombardier Challenger 600 matrícula N28FM. Es el jet que aparece detrás de José Luis Espert y Nazareno Etchepare, su entonces jefe de prensa, en la fotografía más publicada desde que se desató el escándalo. Sin embargo, cuando la Justicia confirmó que Espert viajó 36 veces en aviones pertenecientes a compañías relacionadas con Machado, destacó también que el avión más utilizado en 2019 por el entonces candidato a diputado nacional por el frente Despertar fue un Beechcraft King Air B-200 chapa LV CBZ.

La investigación de la justicia norteamericana y las crónicas periodísticas lo asocian también con aeronaves encontradas en Centroamérica con cientos o miles de kilos de cocaína. Entre otros, refieren a un jet Gulfstream II incautado en noviembre de 2020 en el Parque Nacional Laguna del Tigre, en Guatemala, con más de 2.5 toneladas de cocaína. Sin embargo, más allá de sus jets comerciales o los narcoaviones que le atribuyen, Machado posee una curiosa escuadrilla que emociona a los amantes de los aviones de combate. Machado se enamoró de la aviación a través de las historias de los pilotos argentinos que combatieron en en Malvinas. A muchos los conoció personalmente y les dio muestras de su admiración. A través de sus distintos emprendimientos, cuestionados en los Estados Unidos, donde lo acusan de “conspiración para fabricar y distribuir cocaína, conspiración para lavar dinero, conspiración para cometer fraude electrónico, conspiración para quebrantar las normas de exportación y conspiración para quebrantar el registro federal de aeronaves”, logró amasar una fortuna. Estiman que, entre 2016 y 2021, sus actividades delictivas le habrían dado un beneficio de 350 millones de dólares. Con semejante patrimonio, decidió por fin dar rienda suelta a su pasión y se dedicó a restaurar viejos aviones de combate. Compró naves en desuso, las reparó, las pintó con distintos colores de la aviación argentina y las hizo volar otra vez. Trajo uno de estos aviones a la Argentina, para presumir con sus amigos y los amantes de la aviación, que durante un tiempo lo vieron prácticamente como un héroe. Desconocían el origen del dinero.

Un A-4Q con historia
En diciembre de 2022, la Gaceta Aeronáutica reconstruyó con precisión la historia del primer A-4C que compró Machado. El avión fue entregado para estrenar a la Marina de los Estados Unidos en septiembre de 1962. Desplegado en Vietnam, voló con los escuadrones de ataque Black Diamonds, Golden Dragons y Redcocks. Durante sus misiones recibió fuego de la artillería antiaérea de Vietnam del norte y debió ser reparado. Fue retirado de uso en agosto de 1971 y trasladado al Centro de Almacenamiento y Disposición de Aeronaves Militares en Arizona. Doce años después, en 1983, el A-4C fue vendido a la Real Fuerza Aérea de Malasia, pero la transferencia nunca se concretó.

Finalmente, pasó a desguace y su fuselaje fue vendido por partes. La sección frontal, la que retiene el número asignado por el Bureau of Aeronautics (149606, en este caso), fue integrada con piezas de otros A-4, lo que generó un “Frankestein” pensado para exhibiciones aéreas. Reconstruido por la Valiant Air Command WarBird Museum (VAC) y Skyhawk Ventures LLC, volvió a volar en 2011 y participó en espectáculos aéreos por los siguientes seis años. Dice la Gaceta Aeronáutica: “El empresario argentino Federico Andrés “Fred” Machado lo adquirió en 2017 a través de su empresa con sede en Fort Lauderdale (Florida), South Aviation, y lo hizo reformar y repintar para replicar el A-4Q 0658/3-A-305 de la Armada Argentina, uno de los aviones involucrados en el hundimiento del HMS Ardent en el Estrecho de San Carlos el 21/05/1982. Desde 2021, cuando su dueño fue arrestado por cargos de narcotráfico y lavado de dinero, la aeronave se ofrece a la venta por poco menos de 795.000 dólares”. El A-4Q 0658/3-A-305 que refiere el artículo fue piloteado, durante el ataque al HMS Ardent, el 21 de mayo de 1982, por el entonces teniente de navío Carlos Lecour, que pertenecía a la Tercera Escuadrilla de Caza. Fue una de sus bombas la que dio el impacto de gracia a la fragata y la mandó al fondo del Atlántico. Al regresar a Río Grande, con bajo nivel de combustible, se comprobó que el 3-A-305 tenía un impacto en el parabrisas. Los A-4, reformados para la Aviación Naval, se llamaron A-4Q. Fueron comprados por la Marina Argentina para operar principalmente desde el último portaaviones nacional, el ARA 25 de Mayo. Sin embargo, operaron mayormente desde tierra firme. Los veteranos de Malvinas destacan que es una nave fácil de maniobrar, que casi alcanza los 1000 kilómetros por hora, que es liviana y puede llevar armamento pesado. Además de combatir en Vietnam y Malvinas, también fue usado en la Guerra de los Seis Días por los israelíes, que lo desarrollaron de muchas formas, preparándolo para combate aéreo y combate a tierra. Varias fuerzas aéreas del mundo lo tomaron como su caza principal, entre ellos Kuwait y Brasil. La “réplica” de Machado -que nunca aterrizó en la Argentina- espera comprador en un hangar norteamericano y pierde valor con el paso del tiempo. Hoy se ofrece por 495.000 dólares en la página Platinum Fighters Sales.

Un A-4C inconcluso
Antes de armar el A-4Q utilizado por la Aviación Naval, Machado compró los restos de un A-4 Skyhawk con el que se propuso homenajear a la Fuerza Aérea Argentina. Lo cubrió con el esquema de pintura que usó, en 1982, el Grupo 4 de Caza con asiento en Plumerillo, Mendoza. El A-4C es una versión más avanzada del A4. Durante la Guerra de Malvinas estaban armados con misiles Shafrir, de origen israelí. Se trata de un avión cuya botella de oxígeno duraba más tiempo que el A4 original. ¿Qué quiere decir esto? Que un piloto en misión podía permanecer más tiempo en el aire dentro de un A-4C que dentro de un A-4. Es, justamente, por este motivo que los A-4C fueron utilizados en el ataque al portaaviones Invencible.

Además, llevaba un radar más potente que los A-4 y cargaba también más armamento. El A-4 y el A-4Q tienen tres estaciones de armamento, pueden llevar dos misiles y un par de bombas, mientras que el A4-C tiene cinco estaciones de armamento. Desde el comienzo, Machado cotizó el proceso de restauración en un millón de dólares. Pero no trascendió el costo de las partes. Lleva 28.000 horas de trabajo en los hangares de Fighting Classics of Marana. Y dicen que aún le faltan entre 3 y 4 meses más para volar. Era el segundo proyecto que Machado quería traer el país. Sin embargo, su avión “camuflado” tuvo menos suerte que el A-4Q de la Aviación Naval: nunca se terminó, nunca despegó. El A-4C también está a la venta. Platynum Fighter Sales lo ofrece con precio de remate: apenas 395.000 dólares.

Veterano de Vietnam
El 17 de noviembre de 2014, el diario chubutense Jornada informó sobre la llegada de “un avión biplaza de los años 50 en Trelew”. En la bajada daba detalles: “Es un T-28, que arribó a Chubut como parte de una gira ideada por su actual propietario y encargado de restaurarlo, Fred Machado, un rionegrino que vive en Estados Unidos desde hace muchos años”. Se trata de un avión biplaza T-28 fabricado en los Estados Unidos en los años 50 y operado por más de 20 países.

En la Argentina, 13 unidades fueron adaptadas para operar desde el portaviones ARA 25 de Mayo: recibieron gancho de apontaje, les acortaron las hélices y adoptaron la denominación T-28P. Se convirtieron así en cazas embarcados. El avión de Machado es una réplica del T-28P, está pintado con los colores de la Armada Argentina, de la Segunda Escuadrilla Aeronaval de Caza y Ataque, que tiene asiento en la Base Aeronaval Comandante Espora. Machado se presentaba como propietario de South Aviation, la empresa que restauró la nave. Y declaró orgulloso: “El avión lo compré a un privado acá en USA. Es un T-28 Fennec, ex de Haiti y hermano de los que se fueron a Argentina (...) Lo compré y le hice muchas modificaciones de aviónica y un nuevo motor, y decidí pintarlo con los colores que lucieron en la Armada. Se acercaron muchos pilotos y dos de ellos pidieron que, si yo decidía llevarlo a la Argentina, les permitiese hacer el el ferry”. Según consta en las crónicas periodísticas, los pilotos que trajeron el avión desde Fort Lauderdale hasta la Argentina fueron Eduardo Gatti y Diego Luis Goñi. Hicieron varias escalas, incluyendo Bahamas, República Dominicana, Granada, Guyana, Belem y Brasil. “En Argentina planeamos visitar Espora (Base Aeronaval Comandante Espora) invitados por la Armada y varios aeropuertos del interior así como aeroclubes. Las fuerzas armadas argentinas, ya sea cualquier rama, no tiene en vuelo ningún avión histórico, una pena”, resaltó Machado. El T-28 se empleó en Vietnam. Los franceses también lo utilizaron en la guerra de Argelia. Quienes lo volaron destacan que “es un avión de ataque a tierra: puede apoyar a la infantería que está en la primera línea de combate. Dispara con cañones, cohetes, bombas, tira napalm. Absorbe muy bien los impactos y es fácil de reparar”.

El Harrier inglés
El Hawker Siddeley Harrier es un jet desarrollado por Gran Bretaña en los años 60, que brilló durante la década de 1970. Se convirtió en la estrella entre los caza por una característica innovadora que lo hacía diferente al resto de las aeronaves: su despegue y aterrizaje vertical. Eso no solo facilitaba su performance en un portaaviones, si no que podía operar en espacios reducidos y sin pista. Es un jet multi-rol: puede entrar en combate aéreo pero también puede ser usado para ataques a tierra con distintos tipos de bombas.

El Harrier de Machado es un Hawker Siddeley Harrier GR.3, matrícula XZ130, construido en 1976. Pasó los primeros años de vida útil destacado en Alemania, en tiempos de la Guerra Fría, y en 1983 fue destinado a Puerto Argentino, en las Islas Malvinas. En 2014, la empresa inglesa Jet Art Aviation lo compró y empleó 18 meses para restaurarlo y lograr que volviese a volar.

A diferencia del Sea Harrier, el modelo preparado para la Aviación Naval británica, el Harrier GR.3 de Machado, era utilizado por la Royal Air Force. Se destacaba entre los otros aviones de la familia Harrier por su prominente morro, donde lleva un rastreador láser. Durante la Guerra de Malvinas fue provisto con bombas Paveway norteamericanas, que eran guiadas por láser. Despegaron desde los portaviones Hermes e Invencible y, después del desembarco de San Carlos, operaron desde una pista que los ingleses construyeron en tierra firme. El Harrier fue tan exitoso que lo compró el cuerpo de los Marines de los Estados Unidos y la Aviación Naval de la Armada española. Un dato curioso: cuando Argentina estaba en la negociación por la compra de los Skyhawk para su Aviación Naval, los ingleses ofrecieron el Harrier. Incluso existe una fotografía de un Harrier posado sobre la cubierta del último portaviones argentino, el ARA 25 de Mayo.

Guerra antisubmarina
Los fanáticos de los aviones, que veían en Machado una especie de mecenas dispuesto a revivir parte de la historia de la aviación argentina, destacan que el empresario tenía un nuevo emprendimiento entre manos: la restauración de un Grumman Tracker, un avión concebido en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial que se destacó por ser el primero de guerra antisubmarina en combinar sensores de detección y armamento en una misma nave. El Grumman Tracker es el avión insignia de la Escuadrilla Aeronaval Antisubmarina. Operó desde los portaviones ARA Independencia y ARA 25 de Mayo y participó en la Guerra de Malvinas.

 

Por Jorge Martínez Carricart

La Nacion

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